domingo, 10 de mayo de 2009

Historia de una Mary Sue: Crepúsculo y su exagerado éxito.

Érase una vez que se era, en una ciudad neblinosa y fría, una insulsa muchachita cuya mayor virtud era calentar spaghettis en el microondas que se encontró con uno de esos hombres que tienes que mirar dos veces para asegurarte de que son de verdad. La muchachita se llamaba Isabella y era una mujer sosa, aburrida, no especialmente inteligente, pava hasta límites insospechados, de belleza no demasiado exagerada y de carácter sumiso (exceptuando, por supuesto, situaciones parentales) con un, oh inesperada noticia, don para meterse en líos. El hombre se llamaba Edward y era un señor de fuerte carácter y atormentada alma (¿Por qué? Es un misterio. Nuestros científicos trabajan en ello) que se debatía entre la filosofal encrucijada de la vida vampírica y la vida humana.

La muchachita vivía con su papuchi querido en una casa ruinosa y, sorpresa entre sorpresas, gigantesca por bizarras razones que escapan a mi entendimiento. Acababa de mudarse allí porque su madre, que era una señorita de moral bastante distraida, se había ligado a un chulazo y no la quería cerca. El primer día de instituto, nuestra cohibida protagonista hizo muchos y superdivertichachis amiguitos que, habiéndola tratado apenas unas horas, ya la querían megamucho. Ese mismo día conoció a Edward. Él la detestaba (oh, sí, la historia habría sido mejor de seguir siendo así) aunque su naricilla vampírica captaba el dulce aroma que de ella surgía.

Podría decirse que Edward se enamoró de la olorosa fragancia de la sangre de Isabella. Eso no dice nada bueno de ninguno de los dos.

Nuestros dos queridos protagonistas se enamoran loca y perdidamente en cuestión de días (lo que hacen las hormonas, señores) y, por supuesto, el señor vampiro de más de un siglo de edad actúa como el adolescente que era el día que le convirtieron. Porque todos sabemos que cien años no son suficientes para madurar.

Pero no todo será felicidad para Isabella y Edward...

Dejando a un lado a la familia vampírica de Edward (que es algo así como la de la Casa de la Pradera pero bebiendo sangre) y al licántropo-que-no-es-un-licántropo-pero-como-si-lo-fuera Jacob, aparecen unos señores muy muy malos y muy muy chetos que supuestamente buscan cazar a Bella (porque no tenían nada mejor que hacer). En una trama de impresionante maestría y gran originalidad, engañan a Isabella fingiendo secuestrar a su madre y Edward va a salvarla presto y caballeroso. Se nos presenta ahora un increible giro de trama: El vampiro muy muy malo y muy muy cheto ha mordido a Bella y Edward debe extraer el veneno resistiendo la tentación de beber toda su sangre y matarla (MUERO DE EMOCIÓN E INTRIGA).

Con un, tan insulso como ella, baile de fin de curso en el que todo son flores y mucho muchísimo amor termina la primera entrega de la saga.

Mención especial merece la película, en la que descubrimos algo que nunca habríamos podido imaginar...



Edward, señoras y señores, está hecho de purpurina.

Pero la cosa no acaba aquí. Nuestra adorada pareja de purpurina y felicidad debe enfrentarse a un nuevo reto: Los Vulturi. Son unos vampiros que, al parecer, son viejos y llevan el orden al mundo vampírico. Eso estaría muy bien si tuviese lógica dentro del argumento de la saga, pero no la tiene...así que al final Stephenie olvida su existencia y en el último libro, Amanecer, los deja colgados como si nunca hubiesen existido.

Nombraré sólo, por su absurdez e incoherencia, el embarazo de Bella, su transformación a vampiresa (porque siento informaros de que la palabra "vampira" no existe. Decid lo que queráis, podéis insistir lo que os apetezca, pero no existe.) que nos descubre que, como dama de la noche, es uno de los sujetos más absurdamente overpowereados que existen o el encaprichamiento de Jacob por Bella, que de una forma totalmente exagerada y sacada de contexto hace que el pobre chaval en vez de pensar "Hay más peces en el mar" se exilie al bosque porque así no será desgraciado amando a la muy interesante y absolutamente apasionante como persona Isabella Swan.

Ahora quiero que, por favor, alguien me explique cómo una saga basada en las fantasías sexuales con vampiros de una mujer que creó a la peor y más manida Mary Sue de la historia ha podido llegar a tener tanto éxito cuando libros de categoría y sagas memorables se pudren en las estanterías de las librerías buscando un comprador, llorando lágrimas de tinta entre sus polvorientes y amarillentas hojas, observando entre la neblina del llanto y el polvo cómo un montón de adolescentes (y no tan adolescentes) se apiñan en torno a una pila de libros absurdos con una trama que no se sostiene.

Entiendan, además, que esta es mi sincera y particular opinión y que sólo pretendo hacer reír a unos tantos. Si sois fans de la saga, no quiero ver ninguna exaltada defensa de Stephenie (que, por cierto, como persona no tengo ni idea pero como escritora no vale ni dos duros) o de su nuevo libro The Host que, por cierto, me hizo reír mucho con su gran, original, romántico y maravilloso resumen.

2 comentarios:

  1. -Aplausos-

    Bravo,me he reido un monton, nunca lo hubiese dicho mejor

    xD

    si me permites te linkeo en mi blog


    ja nee~~

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  2. Pero como no te voy a leer.
    Pero si es una fieshta.
    En serio, me encanta y espero que no lo dejes abandonado como todos, tarde o temprano, hacemos. En serio, me ha gustado mucho tu crítica (porque no va dirigida a mí xDDD)

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